viernes, 2 de diciembre de 2011

“Que la verdad no estropee una portada”,


LA PERVERSIDAD DE LOS MEDIOS: UN RELATO EN TRES ACTOS

Joaquín Prats
Publicado en Escuela el 24 de Noviembre de 2011

Primer acto: Hace unos días la Fundació Bofill presentó un informe sobre el PISA-2009. Convocó una rueda de prensa a la que acudieron periodistas de medios catalanes y de algunos periódicos que tienen su principal sede en Madrid.  Al parecer, el responsable del informe, un profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó que una de las razones por los que los resultados en Cataluña habían mejorado ligeramente respecto a ediciones anteriores era que, supuestamente, la Generalitat de Cataluña había manipulado la muestra eliminando al alumnado con menos posibilidades de realizar las pruebas con éxito.
La prensa, algunas emisoras de radio y la televisión de Cataluña dieron la noticia de la manipulación con profusión; periódicos como El PAÍS lo publicaron en portada nacional.  La Razón, ABC y otros medios de líneas editoriales semejantes estuvieron encantados señalando que esta manipulación había sido una maniobra para demostrar que los chicos catalanes sabían menos lengua (se supone que la castellana) de lo que dice la Generalitat cuando defiende la inmersión lingüística. Lo que al parecer desconocen estos periódicos es que las pruebas no se hicieron en castellano sino en catalán. En un tono similar, muy sensacionalista, se explicó en algunas cabeceras de programas radiofónicos de amplia audiencia, como el que presenta y dirige Carlos Herrera en Onda Cero, en Esradio, de Jiménez Losantos, y en otras emisoras.
La SER, Punto Radio y Cataluña Radio, esta última, como dice Vicenç Navarro, famosa por su falta de objetividad en su programa matutino, dedicaron amplio espació a difundir la noticia. La televisión catalana, en su canal de noticias, repitió hasta la saciedad una entrevista con el director del estudio en el que se destacaban las dudas sobre el rigor del PISA en Cataluña.

Segundo acto: Pronto se comprobó que lo que habían difundido los medios de comunicación no era cierto. La propia Fundació Bofill, en una nota aclaratoria, señalaba que no se había puesto en duda la representatividad de la muestra y que no había atribuido ninguna manipulación  a nadie de la administración o de la OCDE. Por su parte, Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE y máximo responsable del Informe PISA, en un escrito que envió a EL PAIS manifestaba rotundamente que la muestra catalana era incuestionable y totalmente representativa, desautorizando a la Fundación Bofill y poniendo de manifiesto, de forma bastante detallada,  incorreciones estadísticas del mencionado informe.
Por último, el Dr. Calero y yo mismo, como ex presidentes del Consell Superior d’Avaluació de Catalunya en el periodo en que se realizó la edición del PISA, publicamos un artículo en la edición catalana del diario Público y una breve columna en las páginas de educación de El País. Queríamos con ello salir al paso de las graves afirmaciones que aparecieron en los medios antes citados y explicar que no era posible ningún tipo de manipulación por parte de la Generalitat, ya que quien realiza la muestra y aplica las pruebas es la OCDE o las empresas que se contratan al efecto.
Ofrecimos sendos artículos a La Vanguardia y a El Periódico en el que rebatíamos lo que esos mismos periódicos habían publicado sobre el informe de la Fundació, pero no aceptaron su publicación arguyendo over booking de artículos y, en el caso de El Periódico, que cuando se publicase ya no sería de “interés”. Es cierto que, en un espacio mucho más reducido que el de la noticia que dio origen a este asunto, El País y La Vanguardia redactaron una nota explicando el contenido de la carta del responsable de la OCDE.  En el caso de La Vanguardia, añadieron unas breves declaraciones nuestras. Radios, televisiones y resto de la prensa: silencio absoluto.

Tercer acto: “Que la verdad no estropee una portada”, es la conclusión a la que he llegado en este asunto. No importa el daño hecho al programa PISA, al departamento de Educación de la Generalitat,  a una institución tan respetada como el Consell Superior d’Avaluació, al prestigio profesional de los que presidimos este organismo, y a los excelentes técnicos que lo integran.  El tema fue flor de un día y la incompetencia de los reporteros y la irresponsabilidad de los responsables de las redacciones sembraron otra noticia más, en este caso también negativa y totalmente falsa, sobre nuestra educación. No se restauró la verdad.

Los medios de comunicación han contribuido, una vez más, al desprestigio de la educación al informar sin contrastar y buscar siempre lo más sensacionalista. Esta actuación ha supuesto un coste no despreciable en términos de descrédito para las instituciones que rigen el sistema educativo en Catalunya y, en general, para la evaluación del sistema escolar. Ese descrédito, difícilmente reversible y cuya incidencia perdurará en la comunidad educativa, quizás podría haberse prevenido mediante planteamientos más cuidadosos y respetuosos con las personas e instituciones. No solo es una cuestión de falta de finezza periodística, se trata de una cuestión de falta de  profesionalidad. 

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